
Sin desmerecer la escasa lucidez ofensiva que mostraron los tulipanes, puede decirse que en este partido pudimos percibir, a mi entender, la mejor organización defensiva vista en este campeonato. Los movimientos de cierre de todo el equipo (¿o era un ejército?) japonés implicaban a todos sus jugadores, que actuaban una y otra vez orquestados por una batuta estudiosa y certera. La basculación de los dos puntas, el espacio ocupado en continuo movimiento cerrando las líneas de pase de los cuatro centrocampistas (del rombo al cuadrado y luego al trapecio con la sincronía de un ballet) conseguían que siempre hubiera tres si el balón llegaba a las alas, que si se arrancaba un central le saltaba al cuello el delantero de su zona y que Holanda se desesperaba paulatinamente no por meter balones profundos, sino al menos por hacer llegar la bola a Sneijder. Ya se pueden dar los holandeses con un canto en los incisivos por haber sacado adelante este auténtico desafío táctico. De videoteca. Más de un entrenador lo debería guardar como libro de cabecera.

Dieron los aussies una lección de deportividad, tras la tarjeta roja (llevan dos en sendos partidos) de Kewell por hacer de portero sin serlo. Son ambiciosos, no se arrugan ante nadie, tienen un gran portero y defienden su espacio con uñas y dientes, aunque sin la malicia de los de otras tierras. Brutos y nobles, como los de mi Aragón. Ante ellos, una Ghana desganada (joder, si no lo digo, reviento) con cierta apatía y demasiadas concesiones atrás pese al candor del ataque contrario. Ambos equipos conservan sus aspiraciones de cara al tercer partido. Los africanos, contra Alemania. A los australianos..., como dice su mister Verbeek, "solo nos queda el trabajo de golear a Serbia". Y se queda tan pancho.

Por una vez, y sin que sirva de precedente (espero) no voy a intentar resumir en tan breve espacio el partido más alocado, estrafalario y excepcional de todo lo que llevamos de campeonato. Testosterona por las nubes, precipitación, errores de bulto (defensa y portero daneses crearon buena parte de las ocasiones camerunesas), excelentes pases de cuarenta metros, juego de videoconsola a rachas, inmensa fatiga de quienes lo han dado todo, ataques furibundos, defensas numantinas... Señores, lo dicho. Mejor háganse con el vídeo y disfruten de la rara avis en que se convirtió este partido. Como no me gusta ser el capitán araña, voy a ver si lo consigo yo y se lo cuento (aunque se admiten ayudas de expertos para esta tarea).
Y parecía uno de esos días tontos del Mundial...
NOTA.- Domenech expulsa a Anelka del paraiso de la concentración francesa, al parecer por haberle insultado. En el vestuario se busca al "bocas" que se lo contó a L'Equipe. A falta de fútbol, culebrón. Continuará.
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