Soy tan solo un aficionado. No soy un estudioso, sino un gran amante de este magnífico deporte. No soy un experto, pero tengo mis propios criterios. No soy un estadístico, pero sumo dos y dos y, a veces, me dan cuatro. No soy un forofo aunque tenga mis preferencias. Tampoco un nostálgico, pero estoy harto de que el fútbol se trate con los trazos de la prensa rosa. Esta página será para ti, si así lo quieres. Si te gusta, disfrútala y vuelve. Si no te gusta algo, dilo. Si lo que quieres es pelea, busca en otro lado. Aquí hablaremos de fútbol, no de majaderías.

jueves, 13 de enero de 2011

Copa, día uno. Avasallados.

Mejor ir día a día, para que no se acumule el trabajo.

Empecemos por el Villareal-Sevilla, que fue un partidazo, al menos hasta que a los amarillos les empezó a pasar factura el esfuerzo ante el Madrid, mediada la segunda parte. Hasta ese momento, la cosa estaba pareja pero ganaba el submarino que, pese a las bajas añadidas de Ángel y Bruno, estaba dándoles a los andaluces una lección de control atrás y salida fulgurante. Desde su posición más atrasada de lo habitual, Borja Valero gestionaba las recuperaciones apoyándose en un Cani cada vez más solvente, rápido e incisivo hasta que le aguantaron las piernas. Delante, la parejita de hecho Rossi-Marco Ruben volvía locos a los zagueros de un Sevilla en el que sólo apareció operativo el eje Romaric/Negredo, con Capel y Perotti a verlas venir y Navas maniatado por el trabajo sordo de Capdevila. Mediada la segunda parte, la aparición de un Kanouté demasiado pendiente de hacer méritos para la amarilla y la insistente generosidad del ya mencionado Romaric, ayer inconmensurable en la entrega y asistente de lujo, bastaron para equilibrar el resultado, que es malo para el Villareal pero no definitivo. Lo dicho, un partidazo.

Llegó el Betis al Camp Nou con la vitola de gallito en la Segunda y a fe que demostró el por qué de su preponderancia en la división de plata. Ya quisieran muchos primeras (y no me gusta señalar) haber demostrado el rigor táctico, desparpajo y clase futbolística que derrocharon sobre el nuevo tapete los de ese Pepe Mel sin complejos. Un planteamiento atrevido y acertado, con mucha presión arriba y oportunísimas salidas al corte de los zagueros, maniataron a un Barça que, aún disponiendo de ocasiones aisladas, frustradas por ese gran portero bajito de Casto nombre, no salía de su asombro al verse jugando casi sesenta minutos más en defensa y media cancha que en ataque. Peor hubiera sido si el travesaño y la obsesión por disparar fuerte y darle al muñeco de Rubén Castro, o las buenas intervenciones de Pinto, que todo hay que decirlo, no hubieran frustrado las buenas combinaciones y malas intenciones de un Betis que juega bien la pelota desde el gran trabajo de Iriney (maniatado muy pronto por una injusta y oportuna amarilla) y la enorme clase de Salva Sevilla. Pero no fue así, los béticos no acertaron y la poderosa maquinaria azulgrana impuso, a medida que entraban los goles, su preponderancia. El físico de este equipo que se desgasta poco porque juega en armonía colectiva, unido a la excepcional clase individual de un once en que solo desentonaron levemente Pedro y Busquets, acabaron avasallando a este gran Betis con un resultado excesivo para los méritos globales de ambos equipos pero justo para con este Barcelona que parece imparable. Me gustó también del Betis Jorge Molina, muy buen delantero centro, y necesito destacar la obra de arte del pase elevado de Iniesta en el último gol del partido. Espero que los béticos abarroten el Benito Villamarín para el partido de vuelta, orgullosos de su equipo.

4 comentarios:

  1. Hubieran abarrotado más el partido de ida, y les hacía mucha falta. Lo dices claramente: excesivo para los méritos de uno y de otro. Y demasiado oportunas las amarillas para uno e inoportunas para el otro. Pero esa es la historia del Camp Nou en los últimos dos años.

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  2. Arbitrajes preventivos. Excesiva complacencia hacia un equipo que no debería necesitarla. Lo que no nubla la exquisita concepción del fútbol que ponen una y otra vez sobre el campo.

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  3. También me llamó la atención Salva Sevilla. Y Rubén Castro.

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  4. Le veo a veces en la tele andaluza y es un tipo con un último pase matador, clase y visión de la jugada. Del Castro, todo potencia, disparo brutal, que arma en un segundo y empuje. El equipo, si juega Emaná, gana en opciones.

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