Soy tan solo un aficionado. No soy un estudioso, sino un gran amante de este magnífico deporte. No soy un experto, pero tengo mis propios criterios. No soy un estadístico, pero sumo dos y dos y, a veces, me dan cuatro. No soy un forofo aunque tenga mis preferencias. Tampoco un nostálgico, pero estoy harto de que el fútbol se trate con los trazos de la prensa rosa. Esta página será para ti, si así lo quieres. Si te gusta, disfrútala y vuelve. Si no te gusta algo, dilo. Si lo que quieres es pelea, busca en otro lado. Aquí hablaremos de fútbol, no de majaderías.

jueves, 14 de abril de 2011

igualicos, igualicos...

Ni os cuento lo bien que se está de extemporáneas vacaciones recorriendo el Mediterráneo bajo la atenta mirada de un sardónico Neptuno colaborador necesario del levantisco levante que nos ha tocado en este viaje. Pese a ello, de vuelta a casa, parada y fonda, a tiempo de ver las vueltas de los cuartos y regodearme con las sesudas elucubraciones de los expertos futbolísticos de la tele, en mi caso de GOLTV, acerca de los cuatro clásicos que se avecinan.

Tanto el Madrid como el Barcelona jugaron a no dar lugar a las sorpresas y a garantizarse así el pase a semifinales: ¿alguien esperaba otra cosa? Sí, desde luego, muchos comentaristas hablaban y no paraban acerca de los ciclos de las tarjetas, reservar titulares y tal y tal. Pues no. Tanto Guardiola como Mourinho tienen claras las cosas y entienden cómo se riza el rizo en Europa y los dos conocen docenas de maneras de que un partido se te complique cuando sales con la guardia baja o vas de sobrao, de modo que lo evitaron con buen criterio. La casualidad, ¿o no tanta?, hizo luego que arrojaran los marcadores idénticos resultados en sendos partidos. A fuerza de controlar (y aburrir a las ovejas de paso), los dos equipos encontraron la ocasión de subrayar con un golito lo que habían ido a obtener: la seguridad de estar en semifinales a mayor gloria del morbo nacional. Dirimir aquí detalles acerca de ambos encuentros es por demás innecesario, si hacemos excepción de alguna que otra variante táctica o probatinas de cierto interés (Mascherano de central con Busquets por delante, Marcelo y Ozil por las alas con Cristiano por dentro...). Ambos equipos hicieron con solvencia sus tareas y ya está el gato en la talega, mírelo qué saltos pega.

Se abre pues urgente el debate acerca de los cuatro clásicos que se apretujan y avecinan, y ahí sí que los comentaristas alcanzan las más altas dosis de paroxismo en sus especulaciones. Que si tal entregará cuál partido, que si el uno prefiere, que si el otro necesita... ¡Chorradas solamente comprensibles si se trata de defender unos ingresos o el puesto de trabajo! Tantos dimes y diretes, tanto matiz de guardarropía, tanta opinión de experto en rebuscadas tácticas, olvidan lo esencial de estos partidos desde que el mundo es mundo: lo único que desean ambos equipos es ganarle al contrario. Si pueden ser las cuatro veces, mejor que tres. Ni más más, ni más menos. Todo lo demás es darle vueltas a la noria. Y la mejor manera de hacerlo es jugando cada partido con todo, con lo mejor que tengan a mano, sin guardarse nada en la reserva que se pueda volver en tu contra si sale mal la jugada. A tope. A por todas. A toro pasado, tiempo tendrán luego los sabios del tres al cuarto de rellenar cada resultado con aclaraciones de perogrullo. Ellos nunca se callan ni pierden la razón, por oficio. Pero entre los jugadores, entre los cuerpos técnicos y las directivas, yo sé que no hay ninguna duda. El cuchillo entre los dientes y a por ellos. Las lesiones que dejen algunos en la cuneta marcarán el devenir de las sucesivas alineaciones que, sin estos imperativos, serán siempre las mejores posibles. Las más contrastadas. Las que los niños se saben ya de memoria.

Y a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga.

PD.- Cualquier día hablamos de aquel Raúl al que tantísimos enterraron antes de tiempo...

2 comentarios:

  1. Veo, por tus acertados comentarios (estoy contigo en todas las apreciaciones), que te ha sentado de cojones las vacaciones por el mar mediterráneo. Aunque no me extraña, la verdad; para mí no hay nada mejor.

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  2. Gracias, Arnau. Me han sentado de cine. Poco hay comparable a descubrir las encrucijadas del Cabo de Gata o reencontrar en la Albufereta de Alicante un amigo al que hacía casi cuarenta años que no veía. Y todo ello en la mejor compañía. Si de esta manera no se oxigenan tus neuronas..., es para hacérselo mirar.

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