Soy tan solo un aficionado. No soy un estudioso, sino un gran amante de este magnífico deporte. No soy un experto, pero tengo mis propios criterios. No soy un estadístico, pero sumo dos y dos y, a veces, me dan cuatro. No soy un forofo aunque tenga mis preferencias. Tampoco un nostálgico, pero estoy harto de que el fútbol se trate con los trazos de la prensa rosa. Esta página será para ti, si así lo quieres. Si te gusta, disfrútala y vuelve. Si no te gusta algo, dilo. Si lo que quieres es pelea, busca en otro lado. Aquí hablaremos de fútbol, no de majaderías.

lunes, 28 de febrero de 2011

sin hacer los deberes

Este sábado, cuando me preparaba para ver la Liga una vez más, me surgió un viaje a partir de una invitación que no quise ni pude soslayar, como cuento en mi otro blog. Como buen futbolero, dejé grabando los tres partidos, pero a mi vuelta, conociendo los resultados, se me fue el santo al muslo y decidí no verlos. De alguna manera, entiendo que, además del disfrute, tira mucho en mis aficiones balompédicas la incertidumbre del resultado. Sin ella, la cosa del visionado a posteriori pierde bastante sentido. Así que, por esta vez, os relevo de la obligación de leerme porque me relevo a mí mismo de la de escribiros. Espero que sepáis disculparme. Además, tal y como vienen las cosas, en mitad de la semana se nos viene encima una nueva jornada a la que pretendo asistir en primera fila, como casi siempre.

1 comentario:

  1. Pues es una lástima, la verdad. Aunque si hoy te propones que no hablemos de futbol, lo más sensato sería referirnos a otros asuntos tangenciales a él, a derivas varias, a eso que a Mourinho, a falta de lo primero, se le da tan bien. Porque sí, Mourinho es un ganador, lo ha demostrado en varios equipos, también en un Inter que dejó a los culés sin el grato sabor de disputar una nueva final de Copa de Europa; felicidades por eso al portugués; conste en acta pues.

    Pero también es, con esa tan suya y variopinta estrategia para alcanzar dichas cotas, un pequeño monstruo devorándose a sí mismo. Guardiola supo ver, ya desde el principio de temporada, que la mejor manera de hacer frente a sus maniobras orquestales en la oscuridad era precisamente desatenderlo, no entrar jamás en su juego, a silbar cuando el otro berreaba, a ignorarlo aunque el otro apuntara. Por ello ahora mismo el portugués es, con sus triples saltos mortales al vacio, sus exageraciones y sus mentiras vacuas, apenas una sombra caricaturesca de su propio personaje.

    Efectivamente, Antonio, con Mourinho se podrá ganar, pero de futbol ni hablamos; como hoy. Para esos menesteres ya tenemos actualmente los intentos dignos del Barça. Y aunque pueda que al final el club azulgrana no alcance nada más -ya se sabe, el futbol es así- nadie nos quitará jamás su grandeza y esplendor que intenta deparar día sí y día casi que también a todos los aficionados que amamos verdaderamente a este deporte. En definitiva, y sin subterfugios, nos dejará como legado su recuerdo.

    Mourinho no lo sé; tal vez títulos, sólo títulos.

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