El Madrid venció y convenció
Hace 14 horas
- De los de abajo, tan solo Hércules y Zaragoza quedaron sin puntuar. Todos los demás, al menos sumaron un puntito que a estas alturas sabe a gloria. Ante un Atlético que todavía sigue sin saber a qué juega, aunque con la intrusión de Koke mejora su creatividad, no mostraron los maños apenas nada en un primer tiempo de contención. Han mejorado desde la última vez que les vi (lo que no era difícil porque peor, imposible) con la inclusión en la zona central de un senegalés (creo) que responde al nombre de N'Daw, aunque eché de menos la chispa de Ander Herrera, lesionado. La segunda parte, de claro color local, trajo sin embargo el golito del Kun en plena euforia atacante zaragocista, que les cayó como un mazazo. Desarmó Aguirre a su equipo con la intención de poner más leña arriba y la obtuvo en forma de dos maderas casi al término del encuentro. Para que luego Quique se queje de que a su equipo le falta suerte. En este partido, le sobró.
- Está mejorando el Sevilla con los fichajes de invierno. Rakitic le aporta visión y rapidez en el toque mientras el chileno Medel recoge con generosidad todo lo que queda suelto por el campo. Por delante, el soberbio trabajo de Negredo cubre la lenta recuperación de Navas y la a menudo ofuscada brega sorda de Capel. El 4-2-3-1 de Manzano empezó a dar sus frutos, aunque rácanos, ante un Hércules que no levanta cabeza fuera de casa desde su hombrada de octubre en Barcelona, pese al enorme trabajo del incombustible Farinós. Al final, el sevillismo angustiado miraba la hora ante la agresividad herculana del final del partido. Acaso el boquerón Esteban debería repasar su plan de juego fuera de casa si no quiere verse en el charco al final de esta temporada tan..., desconcertante.
- Un Atlético acomplejado visitó Barcelona. En tiempos no tan lejanos, llegaban los rojiblancos al Camp Nou con la enjundia de quienes sabían que su fútbol agresivo, de contrataque, bien plantado en defensa y muy rápido tenía opciones. Solían ser partidos de muchos y bellos goles, espectaculares. Pero este sábado decidieron parecerse a sus vecinos de La Castellana y entraron al partido medrosos, tentándose la ropa desde el vestuario, en el que un timorato Quique Flores dobló defensa por la izquierda y situó de más a un Fran Mérida que no le coge el porqué a esta Liga, con el Kun más solo que la una. Mérida y Filipe Luis actuaron al fin de medio estorbo, como demostró el primer gol del Barcelona, todos tropezando entre sí a mayor gloria del más listo de la clase. Procedía el Barça como acostumbra, sinfonía de toques precisos en clave de hipnosis hasta que se produce el abobamiento* general que precede a la puñalada, al desmarque, a la diagonal, al gol. Luego, otra vez esos perpetuos rebotes (que no son fruto de la casualidad, sino de la fe en sí mismos y la ambición de todo el vestuario, algo de lo que más de uno que presume de futbolista y se para en cuanto la pierde debiera aprender) dieron su fruto e impidieron cualquier reacción, que sin embargo sí llegó cuando, tras el descanso, el único cambio (Forlán por Fran) puso las cosas en su sitio. Ahí pudieron los rojiblancos hacer daño (como bien supo ver Guardiola) y darle la vuelta al partido. Pero la ambición no aparece de golpe, si no se trae de casa, y todo se quedó en un par de sustos. El Barça olvidó cerrar el partido y lo pagó en riesgos. Hasta debió quedarse con uno menos si un árbitro menos contemplativo hubiera sancionado como debía la escalofriante entrada de Alves al Kun por detrás y ya sin balón por medio. Mala gente este brasileño, aunque le sobre calidad. Me recuerda a Pepe.
- Al fin entendió Mourinho que rotar no es sinónimo de sacar en pleno al equipo B, y procedió con cuidadín a dar descanso a algunos tocados de tanto ir a la guerra. Esta vez, el experimento Kaká (que va mejorando día a día, aunque todavía a años luz del crack que se fichó en su momento) funcionó, más o menos, durante cuarenta minutos, pese a que el portugués le gratificara con 20' de regalo. Aunque no roba un pimiento, aporta fluidez y visión general y hasta un punto más de mordiente cara al gol. Siempre que tengas por detrás, claro, a dos lobos de presa (dio ayer Lass la de cal) y enfrente a un equipo que no se mataba en la presión, acaso por el exceso de soberbia que delataban sus comentarios previos al partido. Jugaba el Madrid a sus anchas con un Ozil que da juego donde le pongas y hasta Cristiano (que incluso cuando no marca supera a cualquiera en su puesto) se relajó en cuanto le entraron un par de las que tuvo. Los experimentos en defensa mostraron algunas carencias, salvo en el lado de Arbeloa, que fueron a más con la entrada de Albiol, quuien demostró, comiéndose una de libro justo antes del gol visitante, que un central que no va bien de cabeza es un riesgo enorme e inasumible. Culminó Adebayor, aquí Manolito, un buen partido en el que fue evidente que un delantero centro de corte más clásico no le hace al Madrid ningún mal, sino todo lo contrario.