Soy tan solo un aficionado. No soy un estudioso, sino un gran amante de este magnífico deporte. No soy un experto, pero tengo mis propios criterios. No soy un estadístico, pero sumo dos y dos y, a veces, me dan cuatro. No soy un forofo aunque tenga mis preferencias. Tampoco un nostálgico, pero estoy harto de que el fútbol se trate con los trazos de la prensa rosa. Esta página será para ti, si así lo quieres. Si te gusta, disfrútala y vuelve. Si no te gusta algo, dilo. Si lo que quieres es pelea, busca en otro lado. Aquí hablaremos de fútbol, no de majaderías.

martes, 6 de diciembre de 2011

mientras tanto

¿Sabéis una cosa? No me apetece nada escribir sobre la pasada jornada, otro ripio, ¡vaya siglo que llevo! Pero ni un colín, vamos. Entre que apenas vi partidos, que esto de la reevolución se lleva un tiempo descomunal, y que los que vi no consiguieron quitarme de la cabeza que parecían vacíos, livianos, sin apenas importancia (cosa absolutamente falsa, pero que os cuento porque así era mi construcción mental), de obligado cumplimiento, meros trámites, en suma, previos a uno de los días de la verdad más apasionantes que recuerdo. Han palidecido y palidecen el resto de los eventos ligueros, que por otra parte caminan por do solían, ante el poderoso influjo del clásico que se avecina y que, confesémoslo todos sin rubor, nos tiene encandilados.

Vale, en este ínterim había que ganar al Sporting y flanquear a Iturralde (aclaró tan pronto sus intenciones que le sobrevino una catalepsia general en la que cupo luego cualquier sandez), cosa que hicieron los blancos con más oficio que beneficio y sin tirar de Sahin, lo que me preocupa, mientras los azulgranas toreaban al supuesto torito levantisco que a los cuatro minutos ya había recibido banderillas negras y se hizo de chocolate (en su campo creo que las cosas serán diferentes, si le alcanza el resuello para entonces), los chés preparaban el chelseazo remontando un empate inesperado, el Atlético daba la de cal, el Sevilla se divertía a costa de un Getafe que de visitante le mola a cualquiera y, por abajo, la Real levantaba cabeza, el Villareal seguía en picado y mi amado Zaragoza tocaba fondo como estaba previsto.

Nada. Ninguna trascendencia ante lo que se nos viene encima: uno de esos partidos que contienen y resumen en sus tripas todas y cada una de las razones por las que este deporte increíblemente apasionante lo es a raudales. Ese Real Madrid-Barcelona de nuestras entretelas que muchos llevamos intuyendo desde que comenzó la temporada, tanto que probablemente lo habremos jugado ya varias veces los lectores y visitantes de estos lares, que se presenta esta vez, además, equilibrado y razonablemente incierto. Se acerca al mismo Guardiola con la piel de cordero y un engañoso aire de víctima, mientras en el vestuario afila los cuchillos hasta dejarlos a la mitad. Nadie que sepa de esto se puede creer que el Barcelona no saldrá a machacar en lo posible al eterno adversario, como tiene que ser. Ya sabemos, así pues, que el partido durará hasta el pitido final, lo que parece de perogrullo pero yo sé lo que me digo. Que nadie bajará los brazos. El Real, que está bastante mejor que el año pasado desde que no le da miedo disfrutar con la posesión del balón, habrá de tener claro que no bastará nunca un gol para ralentizar el esfuerzo. Es y será un partido de ambiciones, de desafíos internos, sin complejos, de "somos mejores que vosotros" de principio a fin.

Yo lo voy a grabar, en HD, por si acaso tengo que enseñárselo a mis nietos.

1 comentario:

  1. ¡Venga tocayo, jodá, aparca durante un ratito la revolución pendiente, que tu público queremos ya una crónica nueva! Un abrazo

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