Soy tan solo un aficionado. No soy un estudioso, sino un gran amante de este magnífico deporte. No soy un experto, pero tengo mis propios criterios. No soy un estadístico, pero sumo dos y dos y, a veces, me dan cuatro. No soy un forofo aunque tenga mis preferencias. Tampoco un nostálgico, pero estoy harto de que el fútbol se trate con los trazos de la prensa rosa. Esta página será para ti, si así lo quieres. Si te gusta, disfrútala y vuelve. Si no te gusta algo, dilo. Si lo que quieres es pelea, busca en otro lado. Aquí hablaremos de fútbol, no de majaderías.

sábado, 3 de julio de 2010

DÍA 22.- la esencia

Gestos de tragedia, desesperación y alegrías inenarrables. Del todo a la nada y volver al todo en segundos. La grandeza de este deporte-espectáculo en estado puro. Ayer tuvimos el sumo placer de presenciar, más diría de vivir por traslación, la inconmensurable magia que hace de este fútbol nuestro el drama moderno por antonomasia en el terreno del espectáculo. Por momentos, en cada uno de los dos partidos, flotó en el aire la fatalidad devenida en fatum, la sorpresa, los visos melodramáticos de un resultado inesperado, la suerte de unos, la catástrofe para otros...

Tal vez merecieran la pena los dos días previos de vacío futbolístico (cuyas ausencias he rellenado aquí con más voluntad que acierto) si sirvieron para realzar el delirio que han traído al Mundial estos dos primeros partidos de cuartos. Siguen otros dos, hoy mismo, en el que nuestra Selección está implicada. Con estos augurios, sólo cabe desear que el nuestro sea el del reencuentro con la lógica serena, que no haya lugar en nuestro enfrentamiento con Paraguay para la angustia del resultado incierto, ni espacio para la heroicidad de última hora. Espero que para cuando juguemos, a las 20'30 de hoy, se haya agotado el cupo de angustias previstas en el Argentina-Alemania previo. Aunque, como decía un amigo, hayamos venido al mundo a de sufrir y de sufrir...

Holanda 2 - Brasil 1
Si a cualquiera de los millones de espectadores de este encuentro le hubieras contado, en el descanso, cuál iba a ser el resultado final, te habrían tachado de iluso. Arrasó Brasil en la primera parte por voluntad, acierto, velocidad, solidez atrás e imaginación y peligro delante, hasta el punto de que los holandeses parecieron tan errantes como el buque homónimo en la ópera de Wagner. Ni una llegada, ni un atisbo de peligro en el área brasileña. Nada. Empezó el segundo tiempo y me pareció comprobar que los de Dunga traían del vestuario cierto conservadurismo, acaso por el derroche físico de la primera mitad o recomendación de su entrenador, que tuvo como consecuencia que los holandeses empezaran a ofrecerse más de dos pases seguidos. Ahí empezaron a crecer los oranje, a partir de la tarjeta amarilla a un Bastos que frenaba a Robben con faltas continuadas y demasiado evidentes. Saber que su marcador estaba por fin limitado desencadenó la agresividad del chico de cristal, que empezó a inventar por su banda. La fortuna les hizo un guiño y el imbatible Julio César se comió un balón colgado con la inestimable colaboración de un Felipe Melo que ya mostraba las características de descerebrado que acabarían con su posterior expulsión. Los brasileños fueron incapaces de asimilar este gol en contra y comenzaron una sinfonía desesperada de individualismos, pases incongruentes, carreras sin criterio, disparos precipitados. Enfrente, bastó una jugada preparada, ejecutada con la precisión del cirujano, para que Robben pusiera el balón de córner en la cabeza de Kuyt, quien acudió por sorpresa a peinarla en el primer palo para que Sneijder, desde su proverbial estatura, se agigantara con un preciso remate de cabeza. Ahí se acabó Brasil, pese a la voluntad de ese Kaká que había mejorado partidos pasados y la generosidad de un Alves que haría bien en volver a hollar sus territorios conocidos. (Imagino que los forofos del Real Madrid deben todavía preguntarse por qué salieron de sus filas estos dos magníficos y determinantes jugadores holandeses).

Uruguay 1 - Ghana 1
Tras prórroga y penaltys, pasaron los charrúas. No merecieron esta cruel derrota los de Ghana, que después de una primera media horita de nervios y errores habían enderezado su partido volviendo a ser el equipo poderoso, sólido y peligroso que habían mostrado en todo el campeonato. Les faltaban armas a los uruguayos frete al derroche físico y técnico de los africanos, que mereció algún premio más en forma de gol. Pero no estaba la fatalidad para maravillas y se alcanzó con el empate el final de la prórroga cuando sucedió el momento mágico de este Mundial. Último minuto. Volcados los ghaneses en área uruguaya, un primer disparo a portero batido lo saca Suárez con el pie, pero el rebote va a la cabeza de un contrario, que remata a puerta. Otra vez Suárez, esta vez con ambas manos, impide que entre la bola. Penalti y expulsión. Sonrisas africanas y lágrimas azules. Era el fin. Su máximo goleador en el punto que se ha dado en llamar fatídico, ayer demostró por qué. Gyan lo tira, confiado. Pero al larguero. Tanda de penaltis, entre sonrisas azules y lágrimas africanas. Alternativas. Fallos. El de la victoria, en los pies del loco Abréu. Creo que los porteros españoles llevan consigo en cada partido una lista con la forma habitual de tirar los penaltis de cada jugador contrario. Si Kingson la hubiera llevado, acaso no se hubiera movido para recibir, en sus manos, el dulce disparo de Abreu que se coló por el mismísimo centro de su portería recordando a Panenka. Otro gallo, a lo mejor, les hubiera cantado a los ghaneses. Como bien dijo el sabio Tabárez tras el partido, "los que creen en el destino quizás puedan explicárselo".

3 comentarios:

  1. Lo del papelito me ha recordado a Lehmann, quien también lo llevó en una tanda mundialista.

    Me encantaría una final Holanda-España. Los Mundiales le deben bastante a ambas (más a los de Flandes que a nosotros). Todo sea por San Nicolás quien partió navegando desde la iglesia barroca de la calle Sacramento de Madrid con rumbo a las costas holandesas...

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  2. Perdón: lo de Lehmann fue en un Alemania-Argentina, como el de dentro de unas pocas horas...

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  3. A mí también me encantaría esa final. Si salvamos el escollo paraguayo, esta alemania alegre y confiada me parece batible, sobre todo buscándole las cosquillas. Luego ya, será cosa de tercios.

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